Los resultados de este enorme estudio sobre el emprendimiento social mundial le sorprenderán

Personas de todas las culturas, grupos demográficos y continentes creen que los negocios son algo más que obtener beneficios: se trata de hacer el bien a los demás. Así lo indica un nuevo informe publicado por el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) que evalúa el espíritu empresarial social en todo el mundo. El programa, patrocinado por el Babson College y las instituciones asociadas, ofrece una instantánea del emprendimiento social por regiones.

Los investigadores entrevistaron a 167.793 adultos en 58 economías diferentes en 2015. Para medir la prevalencia del emprendimiento social en general, los investigadores encontraron una tasa media mundial del 3,2% de las personas encuestadas que se encontraban en la fase de inicio de la empresa social el año pasado.

Los emprendedores sociales no sólo se centran en lo que entra en sus bolsillos, sino también en cómo pueden utilizar su plataforma para devolver algo. De hecho, cerca del 52% de los incluidos en la encuesta reinvirtieron los beneficios en iniciativas sociales. En Estados Unidos, muchas empresas con vocación social, como Yoobi y Toms, se han convertido en nombres muy conocidos. Pero la tendencia se traslada a las economías más pequeñas. El estudio continúa explicando cómo la tendencia del emprendimiento social trasciende el nivel educativo en muchas regiones.

«El emprendimiento social consiste en que la gente ponga en marcha cualquier iniciativa que tenga un objetivo social, medioambiental o comunitario», afirma Siri Terjesen, profesora de la American University y coautora del informe, en un comunicado de prensa. «Puede tratarse de estudiantes que ponen en marcha un producto basado en materiales reciclados, o de un grupo que trabaja para encontrar una solución a los problemas de riego de su barrio».

Aunque la popularidad de este tipo de esfuerzos parece tener un gran alcance a escala mundial, algunos países fueron más emprendedores en el aspecto social que otros. Por ejemplo, de la población encuestada en Senegal, el 18,1 por ciento desarrollaba una actividad empresarial social. Por el contrario, Taiwán presentaba una tasa deprimente del 1,3%. Estados Unidos y Australia se encuentran entre los países con mayores niveles de actividad, cada uno de ellos con un 11%.

Por supuesto, la frecuencia de las actividades comerciales de las startups es un poco mayor, ya que todas las regiones estudiadas tienen una media del 7,6%. Pero algunos países están a la cabeza en ambas categorías: Perú tiene una tasa del 10,1% de personas que trabajan en el lanzamiento de startups sociales y una tasa del 22,2% de las que están en proceso de poner en marcha empresas comerciales.

El desglose por sexos también aportó datos interesantes, ya que los investigadores descubrieron que los emprendedores sociales del mundo son en un 55% hombres y en un 45% mujeres, una diferencia significativamente menor en comparación con sus homólogos comerciales.

«La brecha de género en el emprendimiento social es menos pronunciada que en el emprendimiento comercial, donde los hombres superan a las mujeres como líderes empresariales en una proporción de 2 a 1», afirma Terjesen. «En las empresas sociales, ambos géneros están igualmente representados, lo que sugiere que el emprendimiento social es un campo de negocio de gran interés para las mujeres de todo el mundo».

Y aunque la mayoría de los emprendedores sociales son más jóvenes (normalmente entre 18 y 34 años), no es así en todas partes. En muchas zonas, como Australia y Estados Unidos, alrededor del 60% o más de la proporción de quienes se dedican al emprendimiento social son mayores de 35 años.

La forma en que estos empresarios se ponen en marcha parece ser similar, ya que la mayoría utiliza fondos personales para poner en marcha la maquinaria. Por ejemplo, la mayoría (alrededor del 60 por ciento) de los integrantes de esta parte de la industria utilizaron sus propios fondos para invertir en su negocio en el sur y el este de Asia, Oriente Medio y el norte de África. Sin embargo, en el África subsahariana la tasa de inversión personal fue baja, de alrededor del 30%.

Entonces, ¿a qué se debe la popularidad del empresariado social? Terjesen lo atribuye a la limitada capacidad de los gobiernos para resolver los problemas sociales cada vez más destacados en la sociedad actual. Aunque el crecimiento del número de empresas con vocación social es un gran paso hacia la consecución de esos objetivos, Terjesen afirma que es importante «determinar las formas más adecuadas de apoyar a los emprendedores sociales y ampliar sus soluciones».

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